Por Vero Marinao
Hace un par de años, Ricardo Greene, sociólogo, máster en Desarrollo Urbano y doctor en Antropología, estaba en su casa tomando vino junto a su amigo Tomás Errázuriz, historiador y doctor en Arquitectura.
“De repente se me cayó una copa y fui a buscar papel de diario, porque es lo que más sirve para recoger vidrio. Medio borrachos nos pusimos a pensar en todas las cosas que, al igual que el diario, cumplen funciones para las que no fueron creadas originalmente. Llegamos a más de 100”, recuerda.
Ese fue el punto de partida de Cosas Maravillosas —un colectivo que hoy también integra la antropóloga Florencia Muñoz— y que, entre otras cosas, impulsó un estudio de campo que recoge prácticas de reutilización como, por ejemplo, convertir una palera en trapero, una botella plástica en macetero o un neumático en columpio. Y también otras más sofisticadas como un microondas que, puesto en forma vertical, se transformó en un velador o un carrito de supermercado que hoy es una parrilla a carbón.
Greene explica que como agrupación siempre les ha preocupado la crisis climática. “Todos debemos pensar en cómo reducir la contaminación humana. Hoy en día la gente recicla, eso está bien y es un avance, pero si uno mira la pirámide de prácticas posibles, mucho antes debería estar la reducción del consumo y la reutilización”, dice.
El cachivache y el cachureo son importantes. Si bien nacen de una necesidad, son soluciones finalmente ecológicas, explica.
-Lo que ustedes plantean es que la costumbre chilena es guardar las cosas ”por si acaso”.
-Somos un país tradicionalmente pobre donde, hasta hace poco, había poco acceso al consumo, al mercado, a las 12 cuotas. La gente guardaba por si acaso y, de a poco, hemos ido pasando a este modelo más consumista. El papel de diario sirve para 180 cosas y quizás más, pero hoy muchas de esas funciones las va cubriendo el mercado, entonces ya no ocupamos el papel de diario para limpiar la venta na, que es lo que mejor las deja, sino que compramos lo que venden específicamente para eso.
Según Greene, el Covid-19 podría, sin querer, contribuir a la cultura de la reutilización: “Sabemos que la pandemia tiene muchos males, ha sido muy trágica en términos económicos y de salud para muchas familias, pero también lo vemos como una oportunidad. Ya no es tan fácil ir a una ferretería, las cosas se echan a perder más porque estamos más tiempo en las casas y las reparamos con lo que tenemos. Si tuviéramos una casa estilo Marie Kondo (sin cosas que no se usan), quizás hoy nos arrepentiríamos porque no habría una pitilla, un elástico, no habría el coso del coso que nos serviría para reparar algo o para hacer un macetero. La gente está readecuando las casas para hacer huertas urbanas o para hacer pan; es decir, crean espacios autosustentables para depender menos del mercado. Entonces, yo creo que la pandemia nos está abriendo una oportunidad de relacionarnos de otra forma con el entorno. No podemos seguir botando tanta basura”.
-Ahora los calcetines rotos se botan, antes era típico zurcirlos con una ampolleta.
-Claro. O con un huevo. A raíz de esta investigación, tomé una nueva conciencia. Yo botaba mucho calcetín porque en la casa no ando con zapatos, sino con calcetines, entonces los rompo mucho. Ahora los zurzo con un huevo.
Una exposición
En los próximos días, en el Centro Cultural La Moneda se inaugurará la exposición “Cosas maravillosas, temporada 2021”. Greene explica: “La puesta en escena tiene el lenguaje de un Homy o de un Ikea. Son seis galerías tipo vitrinas y uno va pasando por distintos espacios, Patio y jardín, Espacio cocina, etcétera. La idea es demostrar que todas estas cosas que te venden, tú las tienes en tu casa, gratis”.